Presentación
Todos los grandes acontecimientos han tenido que pasar por momentos difíciles, por circunstancias en las que peligraron su esencia o su existencia y la Bienal de Flamenco no iba a ser una excepción. La pandemia que asuela el mundo fue derribando desde el pasado marzo, como si se tratara de fichas del dominó, la práctica totalidad de los acontecimientos culturales programados mes a mes para este año.
No sabemos si el ángel o el duende echarían una mano; el caso es que, en este caso, esos dos ángeles custodios se aliaron con la voluntad decidida del Ayuntamiento de Sevilla, la Junta de Andalucía, el Ministerio de Cultura, la Diputación de la provincia, los artistas y sus compañías y, entre todos, cosieron, descosieron, ajustaron, entallaron y plancharon los Días Grandes de un Arte que, después de haber recorrido un camino de casi tres siglos, acabó convertido en uno de los principales rasgos identitarios de Andalucía y de los que esta tierra aporta a la cultura española para hacerse visible en el contexto internacional. Son centenares de artistas y compañías los que recorren año tras año el mundo llevando los nombres de Andalucía y de España a prestigiosos escenarios de los cinco continentes. Y, como si se tratara de seguir emulando la gesta de Magallanes y Elcano, Sevilla es el punto de partida y el de llegada.
La Bienal no es sólo una efemérides de arte escénica con decenas de miles de espectadores: desde hace décadas es la gran ocasión que tienen tanto artistas noveles para aparecer en el horizonte del espectáculo como los consagrados y presentar propuestas con las que triunfar en el panorama internacional.
Como tantos otros acontecimientos, la XXI edición de la Bienal ha estado en el ojo del huracán pero ha sido capaz de superar la adversidad. No podía ser de otra manera: los artistas y compañías escénicas la necesitan porque han de vivir, material y anímicamente, de su arte y porque no pueden desaprovechar la potencia de plataforma para lanzamiento de sus creaciones. Y Sevilla, Andalucía y España la necesitan para seguir brillando en el mundo.
Antonio Zoido
Director de la XXI Bienal de Flamenco